lunes, 4 de mayo de 2009

Cómo se hace la pizza

Ante todo una precisación: olvidaros de la pizza de la foto, no la vais a conseguir, al no ser que dispongáis de un horno de leña. Para los muy afortunados que lo posean, acordaos de que el horno tiene que estar ya muy caliente cuando se va a introducir la pizza. Puesto que la cocción en estos casos dura menos de 1 minuto.

Para los desgraciados mortales que no disponemos de semejante herramienta hay esperanza. No podemos aspirar a la pizza perfecta (la napolitana), pero sí a una muy buena pizza, a compartir con amigos y parientes.
La pizza es probablemente uno de los platos más económicos existentes, lo cual nos viene muy bien con los tiempos que corren.

Vamos al grano. Puesto que lo del horno de leña no puede ser, nos quedamos, muy a nuestro pesar, con el slogan de Telepizza: "El secreto está en la masa" (también porque realmente no sabemos en qué otro sitio podría estar).
La masa es un  elemento muy delicado, es fácil fastidiarla si no se siguen los consejos que vamos a dar.

Ante todo: la levadura no puede ser la de Mercadona, absolutamente prohibido. Id a vuestro horno de confianza y pedir levadura. Si no disponen de ella, podrán pedirla a su proveedor de pan. Pagad los pocos euros que os pidan con satisfacción: los vale de sobra.
Con 1 kg de harina (para repostería, obviamente) haremos 2 pizzas al horno (eléctrico) para que coman a gusto 4-5 personas.

Disponemos la harina sobre una mesa sólida (vamos a darle mucha caña), hacemos un hueco en el medio del cúmulo de harina hasta darle forma de volcán.
Desmenuzar un par de nueces de levadura en el volcán, añadir una pizca de sal fina.
Poner a calentar un cazo de agua, cuando esté tibia empezaremos a disolver levadura y sal en el medio del volcán hasta que todo esté disuelto.

Ahora viene la primera parte delicada: hay que empezar a añadir la harina que compone el volcán al agua en el medio del mismo. Poco a poco, desde dentro hacia fuera, y añadiendo agua a medida que se vaya "saturando" esta última de harina.
Es éste un paso delicado que hay que realizar con esmero y amor. No os preocupéis si os sale agua por todos los lados ó tenéis harina hasta en el pelo, es normal las primeras veces.

Una vez hayamos conseguido que el agua absorba toda la harina nos enfrentaremos al segundo paso importante: amasar. El movimiento es circular desde fuera hacia dentro y desde arriba hacia abajo. Tiene que ser continuo e intenso, de ahí la solidez de la mesa propugnada anteriormente. 
Al principio tendréis las manos hechas un enjambre de harina y agua, pero la clave es seguir amasando, añadiendo harina si hace falta, pero nunca agua. La masa tiene que quedar compacta y sin fisuras, y sólo un movimiento continuado puede asegurarlo.

Y entonces surge espontánea la pregunta. ¿Cuando paro de amasar?
La respuesta es: cuando podáis tocar la masa de harina y ésta ya no se pegue a los dedos, manteniéndose sin embargo algo húmeda.

Llegado a éste punto dejamos la masa fermentar un par de horas, cubierta por una manta ligera si estamos en invierno-otoño o una tela si estamos en primavera-verano.
No se os olvide de dejar un poquito de harina "nueva" encima de la masa antes de cubrirla.

Nos vamos a pegar una ducha (seremos una mezcla de sudor y harina, sobre todo las primeras veces) y al cabo de un par de horas recogeremos nuestra fantástica masa de pizza, que mientras debería haber por lo menos doblado su tamaño.

Cogemos nuestra bandeja del horno, le ponemos un hilito de aceite en el fondo y disponemos la masa encima, teniendo mucho cuidado de no romperla.
Los ingredientes a añadir encima de la masa son a vuestra completa discreción. Únicamente, por amor propio, os rogamos no mezclar piña y Nutella (no seríais los primeros).

Una temperatura de unos 150-180º debería cocer nuestra pizza en media horita, sin embargo es aconsejable controlar constantemente para evitar sorpresas.

Y ya está. Que disfrutéis de vuestra deliciosa (y económica) pizza casera.